Más allá de su faceta como papa-soldado y su carácter
impetuoso y bélico Julio II también destacó como un importante mecenas
artístico, siguiendo el modelo de otros pontífices renacentistas que le
precedieron, como Nicolás V. Conocida es su relación de “amor-odio” con Miguel
Ángel Buonarroti, a quien encargó entre otras cosas pintar el techo de la
Capilla Sixtina o erigir su propia tumba. El artista, quien sí pudo finalizar
las obras en la capilla, no pudo ver acabada su intervención en el citado
sepulcro, dejando no obstante para la posteridad su conocido Moisés en dicho complejo arquitectónico.
Esta obra no estuvo exenta de problemas, pues tras nueve meses eligiendo el
mármol en las minas de Carrara para la elaboración del Moisés Miguel Ángel decide cancelar temporalmente dicho proyecto,
lo cual estuvo a punto de costarse la excomunión por parte de un enfurecido
Julio II. Este no sería el primer encuentro dialectico y físico entre ambos,
pues tras una reconciliación mutua en 1508 recayeron a la hora de pactar las
obras en la bóveda de la Capilla Sixtina. Tanto Miguel Ángel como Julio II volvieron
a entrar en un estado de crispación y confrontación, al no ponerse de acuerdo
en aspectos como la elaboración individual de la obra, su temática o el simple
hecho de que fuese pintura y no escultura.
Además de con Miguel Ángel también fue mecenas de
artistas como Rafael, a quien encargó su primer retrato, o Bramante; a quien
encargó el proyecto de erigir una nueva basílica ex-novo al estilo renacentista, retomando la idea primigenia de
Nicolás V (aunque este solo pretendía remodelar lo existente, no crear de cero).
Con la
construcción de esta nueva basílica de San Pedro el papa pretendía engrandecer
su figura y que el edificio albergara su propia sepultura. Esta obra magna
finalizaría definitivamente en el año 1626, siendo papa Paulo V. Dicha
sepultura acabaría, tras la finalización de su tumba por parte de los
discípulos de Miguel Ángel, en la iglesia de San Pietro in Vincoli (Roma).
Julio II fue también promotor de la creación del Museo Vaticano, el cual
todavía hoy se puede visitar, además de iniciar las restauraciones en
monumentos como el Foro o el Coliseo, en Roma.
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